¿Quién eres?
Se habían conocido una tarde de
verano en el parque de atracciones. Sandy, una chiquilla de tan solo dieciseis
años paseaba con sus amigas del instituto.
Él, Jonny, tenía veinticinco años, mucho más mayor que ella pero la
enamoró al momento. Su pinta rebelde y sus promesas de amor eterno hicieron que
Sandy lo dejara todo y acabara trabajando en una sucia gasolinera de autopista.
Ella lo amaba pero él, solo se preocupó por su bienestar personal.
Al volver a casa esa madrugada, lo
encontró estirado en la cama con una
bala entre ceja y ceja, desnudo y con un crucifijo dorado del revés sobre su
barriga. Al momento se quedo parada, sin poder mover un dedo y sin saber que
hacer. No gritó, no se asustó, solamente se quedó mirando perpleja aquel cuerpo
frío, sin respiración que ocupaba el lado de su cama. Estaba cansada. Entonces
reaccionó, cojió el teléfono y llamó a la policía. Tres minutos más tarde su
casa se llenó de personas ajenas, desconocidas, que inspeccionaban cada rincón
de su casa. Entonces llegó el inspector, Miguel Cervera con su acompañante, el
medico forense y los de la brigada criminal. Pidieron a los agentes salir.
Miguel Cervera era un joven de treinta y tantos años, moreno, no muy alto y que
rebosaba simpatía y al mismo tiempo muy severo en su trabajo.
-
-Hola Sandy –
Dijo con una sonrisa encantadora. -¿Nos puedes contar que ha pasado?
Sandy miraba aquel hombre como si
no escuchara nada. Estaba en otro mundo, en sus pensamientos. La vida havia
terminado esa noche junto al hombre que ya no amaba pero que le daba hogar y
cobijo.
- - ¿Sandy? ¿Me oyes? Soy el inspector Miguel
Cervera de la brigada criminal. ¿Sabes que ha pasado?
- - No. - Contestó Sandy un poco fuera de tono.
- - Llevensela a comisaría y dadle de cenar- Dijo el
inspector.- Iré en una hora.
Se llevaron a Sandy con su ropa maloliente
a gasoil. No le dejaron ducharse ni cambiarse.
Cuando llegaron a comisaría ya eran las
seis de la mañana. Empezaba a amanecer. La comisaría estaba llena de gente que había
pasado la noche allí por borracheras o otras cosas que no vienen al caso. La
sentaron al lado de una chica, morena, gordita y con ganas de hablar.
- - Hola dijo ella, me llamo Gimena y tú?
- - Me llamo Sandy.
- - ¿Qué te ha pasado niña?
- - Han matado a mi novio. – Respondió Sandy.
- - Ostias! Dijo Gimena espontáneamente. - ¡Y yo que
pensava que lo mío de ir dando mordiscos a la gente era grave! Me han detenido
porque siempre he pensado que soy un poco vampira y no me creen. Dicen que
ataco a la gente deliberadamente sin pensar en las consequencias...
- -¡Vale vale, jajjajaja, ya me has hecho reir!
Esta noche han matado a mi novio y no se porqué. Lo encontré estirado en la cama
con un crucifijo boca abajo.
- - ¡Cómo es eso! ¿Que me estás contando? Eso del
crucifijo es obra de la secta de los Rapaguodios, dijo Gimena.
- -
Pero ¿Qué dices? ¿Rapa..., qué?
Interrumpiéndolas, Miguel Cervera le pidió
a Sandy que le acompañara.
La sentaron en una sala de interrogatorios
y le explicaron que Jonny había muerto del disparo en la cabeza en el acto. La
marca del crucifijo les era desconocido. Le preguntaron si ella sabía en que
estaba metido, con quién se relacionaba.
Lo único que sabía ella era que él era un vago, que salía de casa cuando
ella volvía y que entraba cuando ella salía. Había sido el gran error de su
vida. De pronto recordó que la noche anterior había invitado a Toni, el vecino
de enfrente y que susurraban en la cocina pero que no pudo oir la conversación
y que se fueron los dos juntos.
Miguel Cervera ordenó ir a buscar a Toni. Como siempre estaba en su casa tirado en el sofá,
borracho y dormido. Miguel Cervera cogió a Toni por los hombros y él se
despertó. Desorientado por el alcohol, se dejó llevar a brazo por el hombre que
lo sujetaba. Cuando volvió en sí, se encontró en una sala, con una luz
reluciente que le iluminaba el rostro. De repente se volvió y vió una
infermera, le estaba mirando parada y seria. Estaba estirado en una cama, de
sábanas blancas y apoyado en un cojín. Se dió cuenta de que estaba en un
hospital. Miguel Cervera entró por la puerta, se volvió donde Toni descansaba y
le preguntó:
- - Hola Toni, ¿dónde está Jonny?
- - ¡Está muerto!- Dijo tranquilamente.
Miguel Cervera se quedó perplejo, alucinaba,
no podía ser.
- - ¿Y tú qué sabes?- Le pregunto.
- - ¡Yo le maté!
- - ¿Cómo?
- - Con una pistola, un solo tiro, entre ceja y
ceja.
Miguel no podía creer que el caso
ya estuviera resuelto, algo no encajaba. LLamó a comisaría para que dejaran
marchar a Sandy. Su coartada era firme, había estado trabajando y pidió una
patrulla para recoger a Toni.
Toni fué condenado a cadena
perpetua por el asesinato de Jonny Rubens aunque en el juicio dijo que se lo había
inventado, que estaba bajo el efecto del alcohol, pero nadie lo creyó.
Sandy regresó con sus padres y
reemprendió sus estudios. Una tarde de
verano paseando por el parque de atracciones con sus amigas, Sandy se enamoró
de Edu, un chico mayor que ella. Ella le regaló como primera muestra de su
amor, un hermoso crucifijo dorado, con una gran sonrisa.
Fín.
Laura Pellicer Chica.